…y decidí echarle pa’lante!
(si se le cruzó que la idea es un arranque de alguna demencia senil que andaba por allí y me pilló… le pido me crea algo simple: no soy ningún gato arrancado de alguna jaula desocupada. Fui y seguiré guerrero y con fuerza mental (más que física) para dar una pelea contra muchas adversidades contra la falta de PROFUNDIDAD en muchas actividades.)
Mi blog está disperso porque… ASÍ LO DECIDÍ.
PRESENTO EN SOCIEDAD MI NUEVA RED:
¡VEJESTUD!
¡¡VIVA LA VEJEZ QUE SE PROFUNDIZA CON LA JUVENTUD!!
Hasta pronto… y cuídese!
Así titulé la campaña publicitaria de Gasco. Allá por los 90. Tarea: presentar en Chile los afamados calefones alemanes Junkers, a elaborarse en el país.
«La Joya Que Calienta» fue la campaña ganadora de Baumlis Publicidad.
Una excelente oportunidad más de capturar el DETALLE IGNOTO (DI), y entregar una campaña creativa y única basada exclusivamente en los detalles de producción cuidadosamente observados. Esa figura aún desconocida, cierta y práctica, acuñada por este autor, siempre perseguida durante el proceso creativo, se convierte, según mis propias investigaciones por años, en una tarea profesional fascinante, entretenida y muchas veces, tengo que reconocerlo, depresiva.
El DI, (muchos prefieren hablar de Insight) se convirtió para mi en el Promotor Encubierto que todo producto o servicio guarda celosamente en su composición, sea por ingrediente exclusivo, o un revolucionario proceso de producción. Muchas veces se trata sólo de un Figurón, o Provocador, un Desafiante Desconocido, pero, y aquí está la gracia de nuestro trabajo, es definitivamente ¡Descubrible!. Según mis propias investigaciones y encuestas al momento de enfrentar la tarea de plantear una campaña… y que no han sido pocas, me confirmaron que si no encuentro al DI, preferiría no aceptar el encargo.
¿Por qué se preguntará usted? Mi respuesta es simple y cierta: «Tendría que inventar. Lo que es muy distinto a crear en publicidad.»
Sólo ojos y oídos avispados, profesionales, curiosos y ganadores, logran capturar ese DI. Apreciado botín digno de un probable uso en beneficio del empresario que confió en esa agencia de publicidad profesional, responsable de sus recomendaciones.
¡CAPTURAR EL DETALLE IGNOTO! Contenido central de este artículo.
Para este caso Junkers, dos situaciones históricas contribuyeron. Narraré ambas.
Situación 1. Esta tiene un aire personal por lo ocurrido durante un vuelo a Holanda con Anita, mi esposa, a bordo de un KLM, previo a la presentación oficial de Junkers.
Situación 2. Zambullirse, a mi regreso del viaje, en todos los detalles de la presentación a Gasco.
Para 1, recuerdo que mi esposa, en pleno vuelo, y frente a las habituales presentaciones que practica KLM, una atrayente hostess, circulando con un carro-expositor por el pasillo presenta y promueve, hermosas joyas de célebres artífices holandeses y finos perfumes franceses. Llegando a nosotros, mi esposa, disimuladamente y mirando un collar, yo diría hermoso, me susurra al oído… «Pedro, éste me calienta…».
Acertó.
Pudo haber sido el título de la campaña. Me costaba poco llamar a Santiago: «¡Tengo la idea!» Pero no se trabaja así. Muchos lo hacen; yo estoy entrenado usar otros caminos para asegurar un éxito más que literario. Debo pillar al DI… y esperé.
Para 2, el equipo de la agencia a cargo (dos en arte, una redactora, más un observador marketero veterano ejecutivo de cuenta), decidieron visitar la fábrica y familiarizarse con el grupo de ingenieros a cargo del proyecto Junkers. Conocer todos sus detalles, que no fueron pocos. El grupo se impuso escuchar y ver todo desde un calefón desarmado, otro funcionando, más planos y piezas vitales, secuencia del armado. Cómo y dónde se calienta el agua, con control de su temperatura. Manosear materiales. Todo.
Desalentados, al grupo de la agencia ninguna novedad exclusiva les provocaba algún ruido europeo publicitario exclusivo. Hasta aquí el artefacto alemán no era un bicho raro. Sí de buena familia, y de fabricación alemana. Que no es menor para Sudamérica. En otras palabras, era un buen calefón igual a otros calefones.
Sin embargo, un hecho que no estaba claro despertaba (principalmente a la redactora), una inquietud natural: cómo se comportaban algunos materiales y piezas frente al calentamiento (o recalentamiento) del agua por su circulación en un serpentín sin producir deformaciones en el material, acarreando probables desarreglos en el artefacto.
Para ello, un ingeniero de Gasco nos propuso conocer en bodega los materiales y observar todo el proceso del armado. Llamó la atención ese serpentín (tubo de cobre de 1.5 cms. diámetro, por donde circula el agua caliente) soldado externamente a una carcasa, dando una vuelta desde la base hasta una altura de medio metro, más o menos. Este serpentín no debe, por ningún motivo, ni fundirse, menos desprenderse de la carcasa. Podría ser un desastre hogareño.
Hubo expectación. Sin proponérnoslo estábamos frente al probable DI. La agencia se enfrentó al detalle íntimo de la marca: serpentín anexado firmemente a la carcasa. Y es aquí que la curiosidad de una redactora creativa sacó la voz: «¿Cómo y con qué se suelda el serpentín a la carcasa… sin provocar desprendimientos u otra complicación en su recorrido?».
Un ingeniero jefe alemán que acompañaba a la agencia en el recorrido, y destacado para el proyecto local, respondió con toda naturalidad, casi flemático e indiferente: «Junkers sólo aplica soldadura de plata. Plata alemana. Exclusiva.»
Acababa de nacer el título de la campaña… «LA JOYA QUE CALIENTA».
Finalmente. Con un aforismo deseo destacar el significado de DI.
Camuflado y Misterioso
Políglota y Sonriente
Trabajando Silencioso
Prefieres ser Obediente
(NdA) La anécdota a bordo del KLM contribuyó. En creatividad, nunca se sabe.
Gracias por su lectura.
Hasta la próxima con otro caso entretenido y didáctico.
Durante este silencio –obligado, largo, lleno de ideas, ansioso– no veía la hora de recomenzar esta comunicación con usted. Rabiaba por volver con una idea de mucho tiempo e «internarme en el océano, y no permanecer en la orilla, mirando pasivo y expectante el horizonte.»
¡Puf! Una lata.
Para que usted comparta mi inquietud como comunicador, y obviamente la califique (para bien o para mal), trataré desde este minuto «tuitear» la idea, con más de 140 caracteres.
Se trata de mi red favorita: Twitter.
Entre aburrido y cansado (sin afán de criticas gratuitas) leyendo y tratando de entender tantos tuits sin orientación y personalidad definidas, salvo algunos políticos, y otros plagados de URL que distraen y confunden por competir con redes claramente enfocadas, (fotos, tiendas, búsquedas, correos), pensé como lo que soy, publicitario y mercadólogo: ofrecer mi «doctorado de vida real» a todos los que con buenas ideas, también deciden emprender, cuidando cada detalle desde el ¡Vamos!
Algo importante: no me siento el único capaz de participar en este ofrecimiento. Muchos que nos hemos decidido a emprender, pueden y deberían aportar sus valiosas experiencias. Entonces, juntémonos, pensé.
¿Nuevo modelo de negocio? ¿Por qué no?
Como emprendedor en los ´80 sé de lo que estoy proponiendo. Nunca olvidaré mi decisión de partir joven, casado, dos hijos chicos. Sacrificios, estudios, algunos fracasos –verdadero tónico éste– para continuar mejorando, justifican toda mi historia.
No estimado lector; no volví confundido. Todo lo contrario.
Sólo pretendo (ojalá lo logre) ubicar y vender mis ideas claramente: el/la emprendedora tiene el derecho de saber, de primera mano y generosamente, las actuaciones luchadoras y ambiciosas de otros humanos deseosos de triunfar. Y Twitter puede y debe colaborar, tomando distancia de sus competidores.
«Volver… Con La Frente Marchita…». Hasta mi próxima entrega.
Suerte y cuídese.
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… en Casa del Herrero?
¡No! No es posible que esto ocurra frente a mis propias narices.
Calma.
Es una situación estratégica, sin resolver, por ahora. Pero está en vía. Veamos.
Con bastante frecuencia, pasa muy a menudo (escribí sobre ello algunas veces). Cuando un emprendimiento o proyecto se desarrolla con entusiasmo y todo parece caminar, digamos, positivamente, van apareciendo algunos argumentos, incluso nombres, que los tratamos con cariño exagerado. Muy pronto, con alguna despreocupación, aparecen problemas que piden nuestra atención.
Sin proponérnoslo, entramos en desorden, con que muchas veces nos acostumbramos. ¡¿Cómo no había reparado en esto antes?!, nos recriminamos. Y aparece la falla fatal:
¡Nuestra Marca Se Difumina!
1. Pedro Baumlis, dibujando
2. Baumlis Publicidad, creando
3. PedroB, aconsejando
4. @pinejus, tuiteando
(En Casa del Herrero no puede haber un Cuchillo de Palo)
CONCLUSIÓN: Su opinión, que desde ya agradezco, es importante. Debo definirme por una «marca». Ayúdeme. Hasta pronto.
(«No Gaste $$$$ En Publicidad», Kindle Amazon. Échele una mirada.)
Nota previa: por considerarlo de mucho interés, reproduzco a continuación, este artículo del periodista especializado argentino Alberto Borrini, aparecido en su última entrega en el sitio www.adlatina.com
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A propósito de la nota de tapa “Egos revueltos. El irresistible ego de los escritores”, publicada por la revista ADN Cultura del diario La Nación y del libro que dio lugar a ella “Egos revueltos”, el columnista de adlatina.com se plantea si algo parecido a lo expuesto en esa nota sucede en el ámbito publicitario.
«Las veleidades de los publicitarios no son, quizá, básicamente una cuestión profesional sino generacional», sostiene Borrini.
Unas semanas atrás, la revista ADN Cultura del diario La Nación publicó una nota central, de tapa, titulada “Egos revueltos. El irresistible ego de los escritores”.
El detonante era un libro reciente, “Egos revueltos”, memorias del agente literario Juan Cruz Ruiz, en el que refleja la “feria de las vanidades” de escritores célebres que fueron por él representados o conocidos personalmente. Cualquier representante de celebridades televisivas o deportivas podría referirse de la misma manera a otros egos, revueltos o no, en su esfera de acción.
¿Sucede algo parecido en la publicidad? Trataremos de reflexionar sobre este aspecto tan esquivo de la actividad evitando dar nombres, pero antes volvamos por un momento al libro en cuestión para tomar carrera. Desfilan por “Egos revueltos” desde Camilo José Cela hasta Julio Cortazar, y desde Jorge Luis Borges hasta Octavio Paz, pasando por Susan Sontag, Pablo Neruda y Arturo Pérez-Reverte (creador del personaje “Alatriste”) a quien se le ocurrió la frase “egos revueltos” aplicada a sus colegas.
En la obra de Cruz Ruiz hay algo más que frivolidad. La vanidad deja traslucir capas más profundas de la personalidad de los retratados. Uno de los campeones en este aspecto fue, según el autor, Neruda, que hablaba de sí mismo en primera o tercera persona como suele hacerlo una celebridad situada en las antípodas, Maradona; otra resultó ser la novelista Susan Sontag, muy exigente con la jerarquía de los hoteles en que la hospedaban durante las giras promocionales, que según ella debían estar a la altura de su propia imagen.
Pocas dudas quedan que la egolatría de la aristocracia del deporte mundial, especialmente del más popular entre nosotros, el fútbol, vuela alto.
José Mouriño, a horas de estrenar su cargo en el Real Madrid, dijo en una entrevista periodística: “Hoy el entrenador debe saber gestionar el ego de sus jugadores”.Olvidó mencionar
Mouriño que sólo un ególatra como él puede hacer bien el trabajo con un plantel de superestrellas.
Como con las bebidas frías
El mismo imperativo tienen hoy los managers de las celebridades de la farándula y también, en alguna medida y más acotadamente en una esfera más especializada como la publicidad, los gerentes generales de las agencias, que en nuestro país son tan raros como los buenos entrenadores. Tan pocos, que cada vez que se hace la pregunta sale a relucir en primera instancia un solo nombre.
El cargo, en efecto, hoy demanda extraer lo mejor de los egos de sus colaboradores, y saber encaminar hacia un objetivo común, colectivo, la creatividad y la efectividad de su empresa. El talento no excluye algunas dosis de egolatría, depende de que se la sepa autoevaluar o administrar, mezclando los excesos de vanidad con las dosis de humildad que requiere el equilibrio de la gestión en cualquier disciplina.
Los más lúcidos directivos publicitarios invierten tiempo y dinero en la formación de los profesionales con más futuro, e integran equipos permeables al lucimiento y la superación, pero en los que ninguno puede considerarse imprescindible. Es una manera de que los egos se revuelvan de manera positiva y faciliten los recambios de piezas importantes sin provocar conflictos.
No hace falta decir que entre los publicitarios hubo, hay, profesionales exitosos no exentos de vanidad que, impusieron un estilo, a veces hasta inducir a la mala imitación o la propia caricatura. Varios de ellos fueron legítimamente reconocidos en vida y venerados cuando se retiraron o desaparecieron.
También hay profesionales que trabajan discretamente y hacen de la humildad un estilo y una conducta. Personas que no vacilan en reconocer que trabajan en equipo, y que prefieren desaparecer tras sus colaboradores cuando llega la hora de recibir un premio internacional, o tras su obra como han hecho algunos de los grandes creadores en otras disciplinas. Esto ocurre asimismo en el fútbol, donde la contrapartida de Mouriño es Vicente Del Bosque, el discreto director técnico del seleccionado español que ganó la Copa del Mundo.
Por otra parte, una dosis razonable de egolatría es inevitable además en profesionales como los publicitarios, porque está muy vinculada con la confianza en si mismos, necesaria a su vez para animarse a dar el salto de calidad, a veces mortal, que exige la innovación.
Las veleidades de los publicitarios no son, quizá, básicamente una cuestión profesional sino generacional. Pío Baroja escribió un libro de memorias titulado “Juventud, egolatría”, en el que señala que “con el egotismo sucede un poco como con las bebidas frías en verano, que cuanto más se beben se tiene más sed”.
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