Apoyándome en tu queridísima y vital nietecita, Vanessa, que no tuve el placer de conocer, te recordaré en mis próximos momentos de rezos, recuerdos, estrechando manos con familiares todos, dolidos y acongojados viendo con ojos húmedos cómo nos dejas… sin tu presencia especial, diferente, personalísima, sólida, gratamente vigilante, de ruso judío trabajador y respetuoso, bondadoso y siempre sonriente con la talla sorpresiva… inteligentemente intencionada.
Gracias Alex.
Fuiste Familia. Amigo. Cliente.
Yo sé muy bien por qué te agradezco.
Y tu joyita de nieta seguramente me mira sorprendida y dudosa (y quién será este viejo que le dicen Pedro, que no estaba en mis libros… hasta hoy, que vengo a conocer en un campo santo.)
La vida seguirá llena de sorpresas.
¡Gracias querido Alex! Será complicado dar con uno igual.
Descansa en Paz.